19 de octubre de 2009

Voilá

Reproduzco:

Una cuestión final: ¿Qué era en realidad para Kojève el fin de la historia? A mi modo de ver, el fin de la teología, el fin de la relación entre el hombre y la divinidad. Podría alegarse que el fin de la teología es lo que permite la relación del hombre con la sabiduría. Sí, así es. La relación con la sabiduría ha sustituido a la relación con Dios. Por eso tenemos cultura general donde antes teníamos catecismos.

Se deduce la maldad del filósofo (¿solamente de Kojève?), dispuesto a servir a la historia sagrada o a la historia humana (anescatológica).


Ítem más:

Una de las leyendas más conocidas de la filosofía cuenta que Hegel, Schelling y Hölderlin, que compartían inquietudes revolucionarias en un internado situado a las afueras de Tubinga, se escabulleron de sus habitaciones en camisón y gorro de dormir la noche del 14 de julio de 1793. Una vez en campo abierto, levantaron en un altozano un “árbol de la libertad” en memoria de la Revolución Francesa y bailaron a su alrededor canciones revolucionarias prohibidas en Alemania, como la “Carmagnola” y “La Marsellesa”. Una versión añade que habían escrito en sus camisones “Viva Jean-Jacques”.

Estaban todos, toda la mugre de la historia (moderna, diría el reaccionario disolvente que va con nosotros). Con sed de sangre y el concepto-cuchillo a punto.

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Asimismo, vía el mismo blog de G. Luri, una andanada. Y en el texto, esta perla:

Es difícil concebir que una cosa parecida suceda en la actualidad. Corren otros tiempos. Nuestros estudiantes son muy diferentes a aquellos jóvenes airados, hijos de emigrantes judíos en su mayoría. La conciencia de progresar, de salir adelante, es hoy un espejismo. Pero no me lamento por ello y tampoco culpo a los alumnos de ahora. Al fin y al cabo, son meros productos educativos, cobayas, durante décadas, de experimentos pedagógicos muchísimo más efectivos que los del Sistema de Gary. No, ellos son los únicos perdedores en este siniestro juego.


Se pone uno en lo peor: que no sólo no se tiene la ambición del judío, en general, sino que, en particular, uno estaría dispuesto a perseguirlo (en particular).

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