A partir de una edad, en las épocas o en la vida, cada vez es menos lo que hay que comprender. Seguimos el consejo de Leibniz y nos vamos a otra materia después de habernos agotado en la anterior. Sabiendo que el tiempo se define en el pasado, como la ousía aristotélica, según aprendimos en el libro de Aubenque a finales de los 80, y que por esto la Metafísica es una ciencia buscada, nunca poseída. Ser es lo que fue, lo que ya no es. Ahora no es nada, nada es. Imposible predicación, aunque real. Las épocas gastadas han perdido la fe en la razón o en los dioses, obtienen un calor de segunda a través de la historia de las ideas, que han quedado para ser contadas. A ver si alguien se encuentra capaz, ya que no de revivirse reviviéndolas, de alcanzar a observar su lugar en la existencia de otras eras, y cómo eran capaces de alentar a los hombres. Ahora tan degradados como ellas. El hombre no ha muerto como antes el padre, está en el limbo, moviéndose por la casa con tristeza de fantasma.
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