Resulta mucho más eficaz la sociología de las ideas, consistente en la influencia mantenida, por superficiales que sean los efectos, de la instrucción pública y la divulgación en torno a la ciencia (el positivismo consiste en esa atmósfera, y un agnosticismo o práctico ateísmos tienen que manar de ahí), que la cadena secreta de las ideas, esto es, la filosofía.
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Es gracioso que Aranguren, el moderno, retomara un título y tema de Balmes, el antiguo. (Un compañero muy culto, de Clásicas, llevaba el libro de don Jaime.)
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