19 de febrero de 2012

Senderista solitario


Casa de cuento o casa de pesadilla. Que cada uno piense acerca de la imagen. Vamos, si quiere.

Podía haber accedido, pero no he tenido la 2ª de las platónicas. (Entre paréntesis: webs.) ((Doblemente: en ningún sitio hacía aire, menos allí. Escopeteado he salido. Yo soy racionalista por dármelas de gallito, de puertas afuera, pero en verdad...))

Si es que de lejos ya me asusto. Vamos, que me van a pillar a mí por allí de noche cazando pájaros con linterna...


Yo no creo, pero que esta construcción (inacabada, ¿gracias a Dios?) quebranta todos los principios del feng-shui con sus disposiciones transitorias no me lo quita nadie de la cabeza...

***

Los antiguos de por aquí, para que quedara memoria de sus existencias no escribían Diarios como Mi Más que Humilde Persona. Levantaban pedrizas sin qués ni porqués. Logrando en ocasiones, cierto, un aprovechamento ecológico del paisaje, avant la lettre.


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No es que valga gran cosa, pero al volver por la curva del camino llama la atención allí arriba:


Piensas que aquello siempre estuvo en el lugar, y que tú, a tus años, no conoces ni eso. Pero no: un producto más de la especulación (no hegeliana) por la zona. Aunque tiene su gracia, ya escribo, al girar por el camino y encontrártelo a lo lejos. De cerca decepciona, aunque quedan restos de construcciones viejas, y rastros de que se ha querido reconstruir. No creo que haya nadie. Da la misma impresión de abandono reciente que tantas casas de por aquí en esta era postcrítica. Mi lugar de nacimiento y residencia actual no ha llegado ni a los días años de esplendor paracolonial (in english, please). Ay, Señor! Vanidad del todo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tener no es poder. El buen gusto no se compra con dinero. Una pena no tener una imagen del jardín y coprobar si los enanitos hacen juego con las gárgolas. Un buen mimetismo con el entorno.
Tengo que confesarlo,la envidia me corroe.

Martín López dijo...

No hay jardín.