... argumentaba acerca de ideas, aunque no fueran de mi propiedad sino con la marca de otros. Ahora me conformo con escucharlos, o con imaginarme la película.
A veces no sé ni lo que quería saber...
¿Por qué no va a ser tan ajeno lo mío como las voces de otros? Lo que yo dije o pensé para mí, aunque nada valiera, lo puse por escrito, lo enajené. ¿Por qué he de extrañarme de que me lo eche en cara? Texto: espejo para que no olvides que yo estuve allí, o aquí.
Olvidarse de los nombres, y acabar por olvidar la evidencia de cualquier cogito...
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