Un yo, una figura, un miedo idéntico- mantenido. Un siseo dulce que escucho en la cafetería no me deja olvidarlo, no es suficiente para que yo llegue a olvidarlo. ¿Cuándo me dejé llevar por el pánico?
***
Nublado. Paseo (a pie). ¿Por dónde vamos? ¿Habré conseguido meterme, talento que tiene uno, en el barrio de Benfica?
No. Le digo al taxista, en un un más que correcto portugués, que me lleve a la Praça do Comercio. Yo estaba andando hacia un sitio totalmente opuesto.
Un avión sucede a otro avión. Decimosegunda planta de un hotel maravilloso (en el sentido del chiste de la gitana). Oigo hasta el aliento de la vecina de la habitación de al lado.
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