Blogger me avisa de que las leyes europeas, Dios las bendiga, me obligan a que avise a mis improbables visitantes y/o lectores de que mi blog usa cookies, pero a mí su aviso, incompetencia mía, seguro, no se me pone en la cabecera
9 de julio de 2010
Martirio
Seguir con la hipótesis de que una buena memoria permitiría, por lo menos, ordenar los hechos y quizás, con la secuencia obtenida, alcanzar algo de claridad. Como si la cadena hubiera de incendiarse en intuición súbita. Sin embargo, la buena memoria no aparece por ningún sitio. Pero, ¿hasta qué punto se la necesita? ¿Cambia algo? Puesto que no se está escribiendo ninguna historia, ni con minúsculas ni con mayúsculas, sino entregándose a lo único que podría asemejarse a una vocación. Es decir, un diario en el que anotar la sustancia de los días, el reloj del fracasar de los seres y las escasas luces que se encienden o que se piensa que se encienden. Para todo esto no se precisa de la fiabilidad del recuerdo, sino de la sinceridad de la emoción. Y querer escribirlo también, naturalmente.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario