Y otra vida que se diera, y otros mundos diferentes. Antes, ahora, siempre. No sabemos vivir ni un instante sin provocar dolor. Lo provocamos o lo recibimos. Las dos cosas a la vez, también. El mundo es una tela de araña y sus movimientos, inducidos por una araña dios del sueño, son los mismos quejidos del sufrimiento perpetuo, mientras la red aguante.
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