2 de febrero de 2010

Martes, 2

El nº de los jueces tenderá a superar al nº de los penados.

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Existe una demagogia del corazón, a la que administra continuamente alimento la canción popular.

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No se conoce mayor signo de amor que la voluntad de nutrir.

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No entiendo nada. O es que no quiero, aunque deba...

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Vida y decepción. Enterramiento de lo posible. ¿De qué escribimos cuando escribimos de nosotros mismos? No conozco nada más que la frialdad en mi corazón y en los corazones de todos. No sé dónde termina el confesor y empieza el fingidor. Ni sé si si a estas alturas se podría hallar alguna diferencia.

El que desde hace ya muchísimo tiempo yo tenga muy serias dificultades para entender cualquier mensaje simple, oral o escrito, me parece que guarda una estrecha relación con el frío, la angustia, el hambre. vamos a ser claros: con la verdad y la mentira en tanto que estructuras vitales, biográficas... Y no sé quién se ha adueñado de mi voz ahora... Se me antoja un diablicho despreocupado, frívolo y superficial en sus anversos, amargado tras las fachadas.

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Lees un documento burocrático y tienes aquí la plena realidad cacana.

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Poseemos la mala costumbre de atesorar objetos. Atesorar, objetos: creemos que de esa manera vamos a obtener algún tipo de seguridad. Olvidamos que los objetos nos sobrevivirán, no sólo en la hora de nuestra muerte, sino aun en vida.

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Más de una vez nos ha pasado. No solamente a mí, sé que a otros también. Jugamos un día, porque sí, porque se tercia, a un nº de la lotería o de la primitiva. Como no somos habituales, se nos olvida mirar después. o porque implícitamente estimamos que es dinero perdido y que no nos va a tocar. Al cabo del tiempo encontramos el décimo, el boleto, el cupón, lo que sea. Lo encontramos, inevitablemente, cuando ha caducado. Si fuéramos prudentes, no miraríamos. Eso te dicen. Pero yo soy un insensato y miro. Tres aciertos! Tres, nada más, aunque la posibilidad de reinvertir (¿cuanto?; ¿cuatro, cinco, seis euros?) se ha perdido. Un suspiro de alivio, es verdad. Una inquietud, también. Porque no sabes bien qué pensar de estas cosas. Quizás se trate de algún tipo de aviso... Pero no, yo no quería decir esto. En premoniciones no creo, ni en hados tampoco. Si hay moraleja, habrá que extraerla ex post.

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