24 de noviembre de 2006

Saltos

Supongo que Castells, que recoge las nuevas posibilidades de creación y consumo individualizados de información y comunicación en general (se refiere por igual a música e imágenes, si no me falla la memoria), toma en consideración la cara y la cruz: emancipación de la autoritaria transmisión de información, sí; pero la verticalidad del saber garantizaba crédito, autoría y autoridad, legitimidad, etc. Pienso que la materia (quizás también la forma) del diálogo electrónico no puede vivir en el vacío. Esto es, si McLuhan sustituye sin transición a Gutenberg, las posibilidades de una nueva barbarie o una nueva selva aumentan.

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En cuanto a las posibilidades del relativismo, no sé cómo relacionar cantidad y calidad, no sé el alcance posible de la ilustración: por lo tanto, del acuerdo y de la misma ironía (si se quiere evitar el gregarismo, por una parte, y la crueldad por otra -¿no hay también una crueldad en Sócrates? ¿No era ese quizás el sentido de la argumentación hegeliana sobre la condena?: Lecciones sobre la filosofía de la historia universal).

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Observo una inclinación (?) en Castells: la suma o enciclopedia del tiempo presente (La era de la información) tiende a olvidar la presencia de los individuos, falta el sujeto histórico, la vanguardia del proletariado, por lo menos (dice la ironía; pero es cierto que se respira un aire que recuerda la mano oculta, la astuta razón, etc.). Seguramente esta apreciación es incorrecta, pues la suma es, en efecto, grandiosa (¿para bien?) y el tiempo de lectura escaso: sólo que puede que lo del autismo sea un desliz de sociólogo, acostumbrado a sobrevolar los acontecimientos para salvarlos. El anonimato inicial de la escritura electrónica parece darle la razón (en la forma de la exposición, en el anonimato de las tendencias: no se ven hombres, sino geografía(s) cambiantes).

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