Un exceso de reflexión perjudica notablemente la inteligencia, suponiendo que ésta se ejerza en el nombre de la vida. En este caso parece útil una buena capacidad de olvido, de esa ignorancia que no se sabe si atribuir a la estupidez o a la indiferencia involuntaria; de esa manera sí hay relación de causa y efecto entre saber y felicidad.
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De todas formas, existe lo impondederable, la suerte, la antipatía: la disputa entre cosmos y sociedad. El cosmos es el mundo contenido en la cabeza, los deseos.
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