1 de noviembre de 2006

Cambio climático y subjetividad

Pongo aquí lo que voy encontrando, conforme me lo encuentro en el fondo de esta maleta de olor desagradable. Nadie tiene la culpa de que el autor no haya querido firmar. Qué importa!

"Llega noviembre con un calor que nadie se espera. Este bochorno que mata recuerda más bien la tierra como si fuera un espacio de piel, de carne destrozada por las bombas... cuando las voces han sido sustituidas por balas...
/Antes o después, en esa tierra devastada/...las manos son suaves como las palabras, y éstas acarician con el calor de la mano... Sólo la desgracia amorosa concede versos, si es que no suicidas, y no se concibe otra locura que la borrachera que precipita el cuerpo contra el cuerpo, para invadirlo y amarlo. Hay ebriedad sí, en decirlo, aunque indonada /sin don/, pues no se suele dar el cuerpo, tendido, a quien lo celebra. Esto le vale, nada más, que para adornarse igual que con un collar...
¿Por qué llamar a tu puerta? Nunca lo hice, me pareció más fácil entrar sin avisar y, una vez conocido cobarde, retirarme hasta luego... Aunque veas que tengo la cara congelada, mi vida está detrás y me río, verdad es que muy detrás, pues se me ha olvidado con los años pasear y sonreír, porque cada vez cuesta más cantar los cuerpos sin cansarse de tristeza... Andar me sirve para olvidar tu cuerpo un rato, ajeno de tan cerca que lo tengo, apenas el instante de la mano y la conciencia, porque océanos separan los actos que se quieren voluntarios de su ser realizados..."

Aunque carezca de firma, la verdad es que no se puede ocultar su querencia epigonal saliniana. Lo doy a la publicidad por si alguien quisiera confirmar este aspecto, y salir al paso de la autoría irresponsable: nada es sin huella (véase el Génesis).

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