Noviembre permite el resarcimiento del hombre del subsuelo que ha padecido el júbilo estruendoso de la mayoría en la época veraniega, pero que ahora, en los días de luz menguante, consigue vivir más relajado junto a la depresión y el silencio de la masa. El exceso de luz y calor encanalla a los hombres, entregándolos a la exteriorización de sus miserias, a la transmisión de su virus tribal. La obra de justicia que realiza el otoño, y por la cual debería ser reconocida como la mejor época del año, es callar toda esa cogorza banal y dispersa, propiciando una interiorización creativa. Aquel que desee dedicarse al estudio y la meditación no puede dejar de amar este precioso periodo de tiempo. ("Noviembre", horrach)
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30 de noviembre de 2013
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