Lo sé porque he leído el extraordinario libro de Barbara Ehrenreich Nicked and (Vivir de propinas), en el que relata la vida de una mujer, ella misma, que vive atrapada en este tipo de trabajos. En su caso fue voluntario. Se trasladó desde Florida hasta Maine y Minnesota, y trabajó como camarera, doncella de hotel, mujer de la limpieza, auxiliar en una maternidad y dependienta en Wal-Mart. Aprendió que hasta los empleos más modestos exigen un esfuerzo mental y físico agotadores y que un solo trabajo no es suficiente: si usted insiste en vivir bajo techo en lugar de en su coche o en la calle, necesitará por lo menos dos. Si viene de otra ciudad y no tiene una familia a la que recurrir, nunca ahorrará suficiente dinero para pagar tres meses de alquiler por adelantado por una habitación o un apartamento y tendrá que vivir en moteles. Incluso los más baratos son caros. (Pp. 272-273 de mi ejemplar, que se vendió con el diario Público hace unos años.)
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27 de noviembre de 2013
Susan George, de El pensamiento secuestrado
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