El elitismo divino de la muerte que caracteriza a Heidegger no le impide mostrarse como un perfecto cobarde cuando vienen duras. En el fondo un fantoche. Una crueldad de Sebreli, a partir de lo que otros escriben: Heidegger pretendía ser mas führer que el führer, más puro, más auténtico, más más, pero posiblemente Hitler no supo ni su nombre.
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