Saber se consuma en o se reduce a poder. Se ejerza sobre los objetos o sobre los sujetos. I. e., sobre los seres humanos travestidos en cosas.
Esquema de una investigación sobre A. V. N.: Los años de estudio, los años de trabajo, los años de la formación intelectual, los años de la formación política, los años del triunfo, los años del final. No creo que su figura tenga mucho más valor que otras (en su campo, López-Ibor, p. ej.) pero tampoco vale menos como representante de un espíritu de época, que también puede darse en otras ciencias humanas (y ya es suponer que la psiquiatría pueda entenderse correctamente como un saber de lo humano). El caso más palpable, la ciencia política y la teorización del Estado Nuevo por los Pemartín, Conde y otros.
Aparecerá cada vez más evidente que el XIX fue el saeculum crucis. Liberalismo, sí. Pero igualmente el papel mediador de las ciencias de la vida (Darwin et. al) con la posibilidad de trasplantar el poder de la técnica desde la physis al nomos. Los presocráticos en filosofía, los predarwinistas en ciencia (una vez que culminó la historia; Hegel tenía razón).
Lo malo de Nietzsche: lo fácil que resulta repetir sus tópicos. No solamente A. V. N., sino Marco Merenciano reitera el lugar nietzscheano de la moralidad reactiva, rencorosa, decadente. La genialidad de la diatriba ocasional de pensador solitario adicto a los picachos sobrehumanos deviene abruptamente la vulgaridad criminal del falangista, sin necesidad apenas de modificar las palabras.
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