No saco gran provecho informativo del texto leído sobre mi personaje. Si acaso un par de citas que van a parar a lo mismo: una vida substanciada en el odio más puro al enemigo como otro radical ("Otros perderán la libertad, gemirán durante años en prisiones, purgando por sus delitos, en trabajos forzados para ganarse el pan, y legarán a sus hijos un nombre infame: los que traicionan a la Patria no pueden legar a la descendencia apellidos honrados"), en el menester de inquisidores que sin escrúpulo se solicita ("Promovemos, sin perífrasis, la creación de un Cuerpo de Inquisidores, centinela de la pureza de los valores científicos, filosóficos y culturales del acerbo popular; que detenga la difusión de ideas extranjeras corruptoras de los valores universales hispánicos"). Que algo así aparezca en un libro bajo el título de Divagaciones intrascendentes... Estas ideas extremistas no tienen la menor importancia para un alma descreída, liberal y pedante como es la mía. Sin embargo, estas ideas hicieron mella en los cuerpos. Voluntad de violencia sin mácula: pensemos en Nietzsche o en Dostoievski (pero no en el criminal sino en el inquisidor). O pensemos en que Foucault hubiera tenido que vérselas con el nacionalcatolicismo, en vez de con el liberalismo...
Arriba a la izquierda una foto de A. V. N., y abajo a la derecha, una imagen de Nina Hagen.
Yo no puedo escribir un texto, aunque tenga el personaje, y aunque sospeche que el texto no está escrito, sino que espera a su autor, con un planteamiento, un nudo yun desenlace, en la vida y en las ideas. A lo más: puedo acumular fragmentos, pero para tal cosa necesito materiales, y en provincias no es fácil. Otro cantar sería si estuviera en mi querida meseta.
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