Hume tasaba por igual el valor de su uña y el precio del mundo. El ministro franquista Arias Salgado era más ambicioso (?) con respecto a su persona y menos radical respecto al mundo: anteponía la salvación de su alma a la posible ruina del editor (con relación a la imposibilidad de editar la obra de Proust completa). (Vid. J. Aróstegui -coord.-, Franco: la represión como sistema, Flor del viento, 2012, pp. 398.399)
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