(La dóxa del día)
No sé hasta qué punto una política pública (en general) de exacerbación de los derechos (sufragados a causa de la bonanza económica; post II War o post 78) no representa la cara amable de lo que se quiere negar (las pasiones destructivas, la historia de las tentaciones autoritarias; la guerra como norma última de la república) o lo que ha de venir detrás: una ciudadanía resentida y vengativa (ya no goza) y algunos políticos necios e incendiarios dispuestos a oficiar de demagogos.
No me gusta el egoísmo sangrador de unos, ni me gustan las victorias detrás de las que vienen las rendiciones cuentas. Al final todos deberemos rendirlas. Aunque despreciemos la cosa pública.
Mientras tanto nos entretenemos con el Quinteto del Hot Club de Francia y recibimos a este astro tímido que no alarma a nadie. Ni nos vuelve vengativos.
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