25 de diciembre de 2010

Cierto...

No hay idea de justicia que valga cuando está en juego el pan caliente de los niños. ¿A quién voy a engañar yo con mis distingos escolásticos? Sé que yo haría lo mismo, que no haría nada. Prefiero mirar para otro lado, quedar como un estúpido (bah, ya estoy acostumbrado, una vez más no se puede notar). También sé que obrar así tendría que salvarme el día que me tuviera que presentar ante un juez inexistente o escondido.

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