Es inteligente, porque lo es, y bondadoso, quien un segundo después se alegra de no haber llevado a cabo la decisión que había tomado un segundo antes. ¿Se comprende que el destinatario de su bondad es él mismo? ¿Se ve claro que su omisión instaura una cadena de sucesos única en el mundo? Sin necesidad de huella, quedando sólo en un pensamiento que también se ha de marchitar.
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