21 de diciembre de 2010

Una mirada

Detrás de los cristales o envueltos en una niebla inmensa, no supimos encontrar nuestro lugar en un mundo. Lo que ellos decían, lo que les respondíamos nosotros, se perdía a continuación. Así pasaron muchos inviernos, los suficientes para llenar varias vidas. Bebimos el vino de los pobres, de los solitarios. Gastamos el tiempo en las provincias. En la idea de carreteras oscuras y nubes grises lo derrochamos a manos llenas. Teníamos sed y nuestro valor se quería creer sin límites. Ay, de cuántas maneras yerra el anhelo nuestra sed de pobres. ¿Se contará esto alguna vez? En ocasiones me encuentro muy cansado, inusualmente cansado, y pienso que no, que esto no se ha de contar nunca, ni tú lo has de oír. Tú, mi amigo, mi gran desconocido.

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