7 de octubre de 2010

Matar al mensajero

Se da como noticia televisiva que en Cataluña los directores de los centros educativos podrán sancionar a profesores. La entonación de la noticia no esconde, sino que muestra, una intensa y casi irreprimible satisfacción por el valor de la medida. Por fin un político mata al mensajero. Los buenos ciudadanos aplauden. Luego nos extrañamos de salir del G8, al cual volveremos nunca. Cuando un Estado ha decidido, eso votan sus clientes, que cualquier nacido en él es por eso mismo un pequeño dios (salvo los que tienen por oficio enseñar), ese Estado se merece todo. Un país que desprecia a sus maestros, y que aplaude su castigo como medida terapéutica y exorcista, no debe obtener ninguna consideración.

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