El fragmento no dice sobre el paisaje, sino más bien sobre el paseante: un yo que intenta recordar, porque ha perdido algo, o porque lo necesita (aunque no lo haya tenido, nota su carencia). Yo nunca supe fijarme en un camino, sendero, bosque, cauce seco, asfalto infinito abrasador (aquellos veranos de tortura y soledad), si no es porque no tenía un espejo a mano. La única razón. Quien dice camino, dirá también memoria, las hojas caídas, los papeles secos donde se ha ido anotando lo mismo, siempre lo mismo. Este mundo, el pequeño, el grande.
No hay comentarios:
Publicar un comentario