1. En la cueva dibujamos un bisonte, una figura estilizada. Acabamos dibujando unas manos. Las manos que dibujan el bisonte y una figura estilizada, las manos que dibujan las manos. Fabricamos un espejo y fabricamos la reflexión. Algún milenio después aparece la casta de los filósofos.
2. Dejamos de creer en los dioses y dejamos de creer en el dios, en las proyecciones de nuestros sueños heteróclitos y en la proyección singular de una mente y voluntad infinitas. Ahora creemos en la extensión de nuestras manos, en la tecnología como nuevo dios. Adoramos lo más vulgar. ¿Cómo hemos caído tan bajo? ¿O es que solamente lo fingimos?
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