8 de julio de 2012

Portadas (de momento)


Reza así la ficha: Pensar la ciudad es pensar el amplio campo de los proyectos humanos de convivencia, su entorno de formas construidas, su arquitectura, sus símbolos, el torrente de su actividad transformada a lo largo de milenios de experiencia, las distintas formas de sus representaciones. El libro se titula La ciudad: inscripción y huella porque remite a los dos principios básicos que dan origen y final al hecho de conformar el espacio que compartimos: la voluntad de dar forma, la inscripción, y la huella, la impronta real que la vida imprime en los espacios en los que se desarrolla. La arquitectura es considerada un deseo de configuración que encierra expectativas frente a la experiencia vital, que la desborda porque ella misma es deseo. Esta tensión entre proyecto y experiencia, inscripción y huella, se contempla, desde la distancia teórica, como el vínculo que pone en relación al sujeto que proyecta con el que habita el espacio. La ciudad se inscribe en el centro mismo de esta tensión; constituye el escenario variable de la relación existente entre habitar y construir.
Coleccionamos títulos (¿caerá este también?; pero soy pobre...) sobre el tema urbano, con el fin de justificar el menosprecio de la corte... Podría creerse que la crisis económica española implica o procede de una crisis social y moral; como de un empeño por urbanizar a marchas forzadas, induciendo una especie de imperativo de corrupción generalizado. (No parece raro que los Adelson sobrevuelen. La fruta está madura. Qué fracaso! El de las nuevas democracias, aquellos países que pretendieron superar la experiencia de un golpe de estado: Grecia, España, Portugal... En efecto: los ciudadanos no parecen mejores que sus gobernantes, ni mucho menos. Al contrario: los políticos parecen una punta del iceberg sublimada...)

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