23 de julio de 2012

¿Principio de Thomas?


(Políticas posibles) Hay protestas de honradez (mejor: invocaciones de la necesidad) que no se distinguen de una estafa. Una apelación a la ley o los hechos (da igual el racionalismo o positivismo de la mirada) que no dé razón (logos, discurso) de esa necesidad invocada no representa, al cabo, más que una astucia, y un chantaje emocional, de la (mala) fe. Pienso, por ejemplo, en algunas llamadas al patriotismo… superpuestas a la reforma laboral. O sea, que quien no esté dispuesto a comulgar con el credo del sacrificio económico, está en un tris de ser llamado traidor. Pero, si había muerto Marx, ¿a qué esta entelequia del “todos a una” económico? ¿El organicismo parafascista es más verdadero? Pobre filosofía, incapaz de levantar su vuelo en el ocaso de Europa.

(Sólo espero cuanto antes que no me guste escribir de estas cosas, que no me sienta obligado a hacerlo…)

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Está encima lo de la justicia y los fuegos. Cosas distintas, o no tanto, en los titulares de estos días.

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