14 de julio de 2012

Pues no sé yo...

En el Babelia de hoy viene una más que interesante entrevista a Ricard Solé, científico catalán. El investigador echa en cara a los filósofos su predilección (y consiguiente limitación) por las metáforas, aparte de señalar que aunque algunos de ellos están al tanto de la marcha de la ciencia, y su apropiación de unos temas que antes eran incumbencia de la filosofía, "la mayoría se quedan atrás, y las cosas cambian con rapidez". Supongo que algo hay de síndrome de don Hilarión, a la vez que de mentalidad tecnocrática. Como nada impide que ésta coexista con el misticismo y los fanatismos más diversos, haremos bien en recordar la dimensión radical y definitoria de la filosofía: su inutilidad la fundamenta. No una creación de conocimiento a la que ya tuvo que renunciar hace siglos; es su dimensión de pensamiento libre y público, común, la que la faculta en ese juego antropológico del que ya quiso separarla Platón, cerrándola en la Academia, para después abrir las puertas y abroquelar (?) mejor la población (esto es, la individualidad) para que sus egresados gobiernen y sujeten mejor la población (esto es, la individualidad. Pero entra mucho más aire en el tonel...

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