1 de julio de 2011

Gombrowicz, Diarios, mímesis

"El hombre también es creado por el individuo, por otra persona. Por el simple hecho de que yo soy siempre 'para otro', calculado para ser visto por otro, de que puedo existir de un modo definido sólo para alguien y por alguien, y de que existo, en tanto que forma, a través de otro (...). Mi hombre es creado desde el exterior, es decir, que es en su esencia inauténtico; nunca es él mismo, puesto que lo determina la forma que nace entre los hombres. Por tanto su 'yo' le es atribuido en la esfera de lo 'interhumano'. Es un eterno actor, pero un actor natural, ya que su artificio le es congénito, es la característica de su condición humana, ser hombre quiere decir ser actor, ser hombre significa imitar al hombre, ser hombre es 'comportarse' como hombre sin serlo en lo profundo de uno mismo, ser hombre es recitar lo humano. No se trata de que el hombre haya de desprenderse de su máscara -pues detrás de ella no tiene ninguna cara-; lo único que se le puede exigir es que tome conciencia de su artificiosidad y que la confiese. Si estoy condenado a la falsedad, la única sinceridad posible para mí consiste en confesar que la sinceridad está fuera de mi alcance. Si nunca puedo ser del todo yo mismo, lo único que me permite salvar mi personalidad de la destrucción es la misma voluntad de ser auténtico, ese deseo obstinado que grita en contra de todo: "yo quiero ser yo mismo", y que no es más que una rebelión trágica y desesperada contra la deformación. No puedo ser yo mismo y sin embargo quiero ser yo mismo y debo ser yo mismo: he aquí una de esas antinomias que no es posible resolver".
Vía horrach.

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