Las gentes son enemigas de la libertad, aunque en público sostengan lo contrario. En lo más íntimo de sí desean, fundamentalmente, ser esclavas de alguien. Yo también soy enemigo, de esta libertad (propalada) que no sostiene nada, a no ser el insensato derecho de los más funestos enemigos de la libertad (la real, la de los cuerpos y las almas).
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