La mujer joven en la puerta de la tienda, a la derecha conforme me voy acercando, sentada en un banco metálico. El hombre dentro, casi listo para salir. Esperan a alguien. Ellos no se esperan entre sí. No se buscan, están forzados a encontrarse. La mala vida.
2 comentarios:
No podrìamos haberlo sabido. El hecho de que estuvieras alli parado igual que yo, con el ticket en la mano, aunque tu estuvieras esperando tu sándwich y yo al chico de los embutidos. Nada que hacer y cada uno pensando lo suyo. Y que siguièramos asi todo el rato, a pesar de la demora, que los camareros nos pasaran por delante con bandejas, otros los ruidos de gente que se reconoce y se saluda. Nosotros nada, sin cruzar mirada. Tu con el 37 y yo con el 38 y los minutos que pasaban. Hubiera sido muy normal alguna interjerciòn, "uff, como se demoran èstos", para dar pie a alguna conversación tipica de las esperas. Y ahí me hubiera dado cuenta en el acto, con sorpresa, y hasta con alegrìa. Pero no nos dijimos nada, y nunca lo supimos.
(esto me pasò ayer)
ESTO ES BELLA LITERATURA ENCONTRADA,PARDIEZ...
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