Pero yo escuchaba a Chet Baker y me ocurrió esto...
Ah qué maravilla si tú fueras de Cortázar y yo de Borges. Podríamos mirar juntos cómo hermosea la nieve en la montaña, allá arriba. Cómo los almendros, aquí tan cerca. Pero siendo tú borgeana (cuánto convienen más a los hombres los hoteles y el misterio de los congresos), y yo un irredento cortazariano (que se lanza a las autovías a ver si encuentra magas, repitiendo la inmortal narración), me temo que lo nuestro sólo ha de quedar en una amistad de pobres, y nieve derretida.
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