29 de enero de 2011

Fuera de Internet aún existe vida...

La dan los bolígrafos y los trozos de papel, y una mesa ordenada a trechos de madera industrial. Quien escribe se da cuenta de que escribe. En la pantalla de un ordenador, no, cegado por su brillo (de la pantalla). Nada ciega a la mano, ni brillo ni pudor. Su deseo de escribir, y así labrar un tiempo desierto, es el mimo deseo de seguir conversando en los escenarios de la ciudad. Para la mano que escribe no existe la soledad del alma, y hasta puede imaginarse que se inventa, escribe o dibuja a sí misma. Como ese empeño de Munchaussen que vemos en Escher.

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(Conversaciones: U. Eco/J. Marías, Babelia nº 1000) Del diálogo sobre lo actual se gira al mundo clásico, y lo que ellos dicen se omite en el periódico. Es justo lo que a mí, platónico de este valle sudoriental, me interesa por encima de todo. Espero que toda la conversación se transforme en libro. ¿Esperanza infundada, esperanza evidente?

U. Eco. Algunas cosas resisten el paso del tiempo. Por fortuna existe este mecanismo, de lo contrario no permanecería nada, ni Sófocles, ni Eurípides...

...Y las palabras de Eco y Marías se entrecruzan animadas por el mundo clásico, hasta que dan un salto de 2.500 años para volver al umbral de esta era del ciberespacio cercada de incertidumbres y quejas por una supuesta incultura en plena revolución del aprendizaje y la comunicación de saberes y relaciones personales y emocionales. Entre bocado y bocado, sus palabras van a empezar a señalar lo mejor y más terrible de ese presente y sus consecuencias.

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(En el mismo lugar; prospectiva en tono menor) El académico y novelista (AMM) perdurará en lo breve: 20 lecciones aprendidas en otros tantos años.

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Por último: en Público, el sábado pasado también, ciberoráculos para vaticinar la crisis. Un investigador suizo, experto en modelizar el comportamientode los peatones, es el responsable del proyecto científico. Pero los peatones son al mundo distinto como Suiza a los trópicos. Esta idea de una Europa providente, omphalos délfico renacido, se olvida del poder de las alas de las mariposas que sobrevuelan libres en la brisa que acaricia dulce la piel un instante antes del desastre. (Desde lugares desconocidos, olvidadas de los laboratorios, quizá no de las alcobas.)

1 comentario:

jose antonio dijo...

convéncete:el verdadero filósofo es aquel que solo lee lo que el mismo escribe.

No necesita apoyarse en los sabios ni en los vecinos, ni en los "intelectales"para equivocarse o para estar acertado.