Los acontecimientos no se deciden. Se configuran (si acaso) en un discurso narrativo que produce, de rebote, una identidad (vid. Paul Ricoeur). Para decidir los hechos, ¿quién tendría la competencia- moral? Yo no sé en dónde tendríamos que hallar esa voluntad instauradora.
Voluntad es otra palabra: el deseo hipostasiado, la primera persona que siente y sufre devenida en sustancia del mundo...
2 comentarios:
No estoy de acuerdo: el discurso narrativo, cuando es principalmente un soliloquio, no produce, por si solo, identidad, la identidad necesita interlocutor.
Lo del rebote estaria bueno si una se hiciera dura como una làmina y los acontecimientos (la vida) rebotaran sin ningun discurso narrativo que la elabore, ni siquiera el monologo interior.
O uno escoge dos o tres zonas, y deja las demàs areas como "zonas de rebote". ¡Es un super plan! (voluntad)
esto sería útil a quien le interese seguir viviendo de cara a los demás,no a los solitarios puros
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