Si alguna vez me pidieran una foto para aparecer en prensa, prometo no poner el dedo índice sobre mi frente ni calzarme para la ocasión unas gafas redondas de montura fina.
Al contrario. Todos los ciudadanos tendríamos que estar obligados a tener una foto como ésta. Dentro de poco pertenecerá al mismo conjunto de antiguallas que la peluca o el bigotón decimonónico (por no decir nada del bigotillo post-39). -¿El intelectual?, me pregunta Vd... Sí, hubo un tiempo en que el hombre empezó a torcerse y a mostrarse femenino; a exhibirse como hombre de verdad... ¿Quién recuerda ahora estas cosas?
1 comentario:
Pues yo me niego. Prefiero legar a la posteridad una imagen de gilipollas auténtico (no puedo evitar salir en las fotos con esa cara) que la de gilipollas fingido, demasiado manida.
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