Del asco que nos produce lo que en el lenguaje hay de incomprensión, de sobreentendidos y malentendidos, de abusos y pura mala voluntad, salimos, sí que salimos. Pero, ¿cómo?, ¿cuánto hay que pagar?
Esto, en mi caso, se revela como un suceso meramente físico... Mejor, la náusea llega con el cansancio, éste se convierte en aquélla, aquélla abate los miembros. El desánimo es otra cosa: la conciencia resignada de la impotencia, de la incapacidad. Entonces, sí, se puede escribir. Porque no hay nada.
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