No el hecho de que yo lea, entendámonos, sino el recuerdo de aquella imborrable miseria humana y civil. Tener que seguir pensando después de escribir ciertas cosas, en las que no se podía creer en serio...
En deuda con el Cuaderno de Pla, pero hay algo que no...
Entre Trapiello y Shalamov me están deprimiendo más de lo que soy, y soy mucho. Lo finjo, quiero decir.
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