11 de junio de 2010

Confissao

Ni siquiera soy rico cuando sueño. Relatar algo me supone un mundo de esfuerzo y tristeza, de vacío en el mismo momento en que lo estoy haciendo. Mi diario no es para contar centavos, sino para jugar con las piedrecitas. Realmente. Anoche cuando dormía soñé que tenía que salir de la ciudad, y que para salir de ella tenía que subir a un lugar cercado con una valla de madera. Había una fuente, pero el agua no manaba de ella, sino de la misma tierra. Creí que de ese semicírculo cercado no podía salir de ningú modo, que había llegado allí y que se acababa mi viaje, pero finalmente alcancé a ver un camino en alto que rodeaba el lugar (que no era grande). Me desplacé por él, a riesgo de caerme de espaldas. ¿Que creéis que vi? Nada en especial, una tierra pelada y pedregosa hasta donde llegaba la vista. Debía seguir andando y desperté. Sé que había dejado la ciudad, que ahora quiero pensar que era castellana, y que me tuve que detener sin haber visto nada nuevo. Mirad qué pobre que soy.

¿Habré de pensar que soy rico porque cuento que soy pobre, viejo y solitario?

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