¿Te ha salido el discurso redondo? Enhorabuena! Le has puesto una corona de laurel a tu ignorancia. La humildad (voluntad de verdad) odia los círculos cerrados -eso es lo que más bien tendrías que pensar, y radicar ahí tus obligaciones.
Y aquí viene la doble ironía, la doble trampa: que no hace falta que nadie te haya escuchado, ni con interés ni sin él. Estando las ventanas para mirar fuera, aunque el día sea tan feo como hoy.
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