Aparte de esto que olvido, y que no tenía nada que ver, que olvido porque ya han pasado las horas que se precisan para olvidar lo que se había pensado, queda la geometría móvil y multicolor de los niños en las plazas públicas de una ciudad de interior. Los miro a ellos y a sus padres, sentado al margen, cronista de la vida, intemporal y mínima.
Pero, ¿qué es lo que iba a escribir, Dios mío?
***
¿Tenía que ver con los poemas lúgubres de E. Dickinson?
No hay comentarios:
Publicar un comentario