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29 de abril de 2010
Un mundo
El que me cuesta seguir el alentar libre de las palabras, su donación fácil de significados. A mí no me queda casi nada más que abrir la puerta, sorprenderme de la belleza de las celebraciones y los celebrantes, asustarme e irme a dar un paseo. Como un walser de los de aquí, y chantajista emocional aunque fiel transcriptor de los decires. ¿No querrías tú, o tú, que un ser humilde y artesano como lo soy yo te inmortalizara en lo que pronuncias? No con una fotografía (demasiado tarde para mí), ni con una escultura (demasiado poco talento el mío), pero sí quizás con un texto mínimo con una ambición desmedida: fijar la duración de la hierba. ((Postergar la alegría de los cipreses y las piedras. Engañar a los relojes.))
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