10 de marzo de 2013

Privadisssimo

Demoníaca tentación. Me gusta escribir un Diario. Hacerlo en abierto, en canal, volcar algo de lo privado en público, acoger lo público en lo que escribo. Sostengo la ilusión de que las anotaciones de un ser anónimo son más veraces que las palabras pagadas, y por ello rehenes o un calificativo peor. Palabras públicas, palabras publicadas en las que el amor no hace el resto. No son las mías, las mías son gratuitas, aunque obligadas a quienes ya no pueden decirme nada. Porque están muertos, pero no para mí, por lo menos no del todo.

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