28 de marzo de 2013

Materias asaz curiosas que de seguro solazarán el espíritu si en este momento no está mandando un guasap

En la sociedad cuevana de fines del siglo XIX estaban muy mal vistas las corridas de toros, por espectáculo bárbaro y dispendioso. La explotación de los mineros era más normal o ley de naturaleza. Pero ese es otro asunto... El caso es que don Antonio Molina Sánchez refiere que, por contra, existía otro espectáculo de carácter más popular y cruel: el tiro al pollo, que el historiador cuevano sospecha que los lectores no conocerán, pero se equivoca, porque yo sí aunque no soy tan mayor, pero que aquí se practicaba y yo lo lo he visto... Al grano, que el tal espectáculo es una barbaridad que no desmerece mucho del arrojamiento de la cabra desde el campanario, que ya hay que ser animal, y que ya se pueden imaginar vuesas mercedes como acaba, porque yo no lo voy a decir... Lo que me llama la atención de lo que escribe don Antonio es que el pollo es animal "bastante menos aparatoso que el toro", lo que anoto aquí a modo de contribución y servicio a los desvelos de la Comunidad madrileña por la condición taxonómica de las gallináceas (mamíferas no). Gran definición, aunque no cumpla con la precisión deseada en su enfoque comparatista: "menos aparatoso que". Yo, a toute façon, sigo prefiriendo la estipulación negativa atribuida a don Diógenes de Sínope: si se le quitan las plumas, hombre. Ps. Leo con satisfacción, que de todos modos se cumple (?) con la base hexagesimal de los espectáculos populares. Seis pollos, seis. Como los juegos de un set en deportes de más elite.

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