Lo malo no es que las medidas sean ilegales. Son legales: basta, para que un Estado sea de derecho, con que alguien tenga la fuerza para escribir normas (que puede venir de un golpe de Estado, de unas elecciones o de una marcha por la ciudad). Lo malo, para mí, es que las medidas pueden ser directamente inmorales, y las leyes, o mejor, la fuerza que las promulga, no iluminada en ningún instante por un concepto del bien. No dudo de que los altos cargos del Estado sean expertísimos juristas. Lo que no sé es si han leído a Platón. Conocen los códigos, pero ¿conocen su fundamentación? (Para ello se precisa reflexión, y no sirve meramente con la aplicación.)
Vamos, que se puede reintroducir la pena de muerte por vía... sanitaria. Quizás es lo que quieran los piadosos ciudadanos, según van public(it)ando por la Red sus dóxas ex abrupto.
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