... el texto de Heidegger, pero sí que se muestra premonitorio:
Esa Europa, siempre a punto de apuñalarse a sí misma en su irremediable ceguera, se encuentra hoy entre la gran tenaza que conforman Rusia por un lado y Estados Unidos por el otro. Desde el punto de vista metafísico, Rusia y América son lo mismo; en ambos encontramos la desolada furia de la desenfrenada técnica y de la excesiva organización del hombre normal. Cuando se haya conquistado técnicamente y explotado económicamente hasta el último rincón del planeta, cuando cualquier acontecimiento en cualquier lugar se haya vuelto accesible con la rapidez que se desee, cuando se pueda "asistir" simultáneamente a un atentado contra un rey de Francia y un concierto sinfónico en Tokio, cuando el tiempo equivalga ya sólo a velocidad, instantaneidad y simultaneidad y el tiempo como historia haya desaparecido de cualquier ex—sistencia de todos los pueblos, cuando al boxeador se le tenga por un gran hombre de un pueblo, cuando las cifras en asambleas populares se tengan por un triunfo...entonces, sí, todavía entonces, como un fantasma que se proyecta más allá de todas esas quimeras, se extenderá la pregunta: ¿Para qué? ¿Hacia dónde? ¿Y luego qué? (M. Heidegger, "La pregunta fundamental de la metafísica", en Introducción a la metafísica, Barcelona, Gedisa, 1999, pp. 42-43; subrayado mío).
Sólo que quien escribe esto mismo ha puesto a su patria como centro y se ha entregado a lo mismo que denuncia. En 1935. Cuando se tenía que demostrar lo que se era. A lo mismo, no. A la destrucción pura. A la chulería hecha idea y vomitada en la carne y sangre de otros. ¿Cómo tú, H., lux germaniae, pudiste ser tan tonto? O tan canalla oportunista...
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