(Pavesiana) Conozco a un hombre que vive en un lugar que no es el centro del mundo, aunque sabemos de sobra que hay un universo en la conciencia de cada quien, Cuando llega el viernes este paisano hace lo que todos: se acoda en la barra de la terraza y bebe. Quizás olvide o practique la técnica de no pensar, ayudándose de sorbos lentos. Con una palabra al hijo, que está en otra parte, o con un gesto de la chica que le atiende ya tiene alimento. Lo miro (yo el testigo, yo el contemplador): se encuentra un poco apartado, pero se nota que está pendiente de las conversaciones y burlas de los cuatro jóvenes del otro lado de la barra, de las idas y venidas de un cliente algo mayor y algo tronado. Quizás sienta piedad, aparte de no pensar. Especulaciones. Lo observo cuando paga y se marcha en silencio (yo el testigo, yo el contemplador) y pienso en él cuando vuelvo a mi casa, entre labradíos áridos y luces encendidas en la casas dispersas aquí y allá. Imagino días más felices, cuando la muchacha desconocida copaba la pista de baile y no le dijo lo que le arde en los labios cada vez que se acuerda de ella mientras bebe el vino de los pobres. Sin embargo, son especulaciones mías (testigo, contemplador). Nada más.
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... y en general...
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