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Lo que no tiene que ser, no tiene que ser. Y lo que sí, pues también.
Lo sorprendente es que quien cree que pierde, da igual que seas tú o yo, no pierde nada en absoluto. Más sorprendente todavía: a los ojos de los demás, tú, que te crees un perdedor y que hasta el espejo te dice menos... pues nada de nada. Te podrá compadecer quien te aprecie, llegado el caso, pero no porque piense que has perdido algo, sino por ver que sufres. Y que le vayan dando a quien tengan que darle...
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En efecto, hay ocasiones en que tienes poco que decir. Una imagen vale más que lo que digas. Y no es que la vida sea menos vida esas veces que no tienes nada que decir. Es cosa de las palabras, de las que ni te vienen ni escribes, no cosa de la existencia, que va como va...
Siempre te queda la lógica, que te permite aseverar a la vez, sin ningún sentido, que tienes frío y que has leído algunas págs. del vol. 2 de El principio esperanza de Bloch (sobre el iusnaturalismo moderno y las utopías técnicas).
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