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¡Proteger a la patria con el lenguaje, con la poesía! Se puso en marcha una maquinaria bélica de versos y loas para acompañar a los cañones, y entre tanto algunos como Walter Benjamin o Karl Kraus permanecieron callados. Se refugiaron en su silencio para escapar del horror, para huir de las proclamas bélico-poéticas. Eligieron el silencio y lo usaron como aquel “lugar donde se guarda y se protege el verbo ante el arrasamiento, el callejón donde se esconde el tesoro ante las tropas”. Algunos fueron incluso más lejos con su silencio: lo hicieron eterno, se suicidaron incapaces de soportar el horror. (J. M. Ridao)
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