16 de enero de 2011

Lanzmann

Me gusta la manera en que don Antonio va desarticulado con pasos suaves el egolatrismo (¿ingenuo?, ¿enfermizo?, ¿condicionado por la época o el carácter?) del personaje (en Babelia, ayer), y cómo, magia dialéctica,  lo va salvando en lo valioso. El novelista gana en las distancias cortas. Sin duda será recordado como un gran, eficaz y prudente periodista---

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