Se acerca la primavera y yo me encuentro mentalmente atascado. Nada nuevo. Me pasó muchas veces, y de hecho creo que siempre ha sido así. Miro la cantidad de libros que tengo apilados en desorden a mi alrededor y me asusto. ¿Para qué tanto? ¿Qué beneficio voy a sacar de ello? Dinero no, la locura creo que tampoco (a pesar de lo que digan). Canadá se llevó finalmente el gato al agua con un gol de oro (nunca mejor dicho) en la prórroga. Gran alegría patriótica. Ortega, esta cita (de La idea de principio en Leibniz, p. 262 de la edición de Alianza, 1979):
Pero hay otras /épocas/, viceversa, en que se duda hasta de lo que se cree. La nuestra es de este jaez. Cocteau lo ha dicho deleitablemente: «¿Qué se puede esperar de un tiempo como el nuestro, que no cree ni en los prestidigitadores?». Por eso -y contra todas las apariencias del más extremo antifilosofismo reinante hoy- se asegura en esta página impresa que estamos en la alborada de la más grande época «filosófica». Las comillas no las puedo explicar ahora.
Me voy a M.
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